«A Sonzino sol Chermonese» – Leonardo da Vinci

A apenas una hora de Milán, en la provincia de Cremona, se encuentra el burgo medieval de Soncino, un lugar apacible en el que pasar un domingo.

Nosotros llegamos en coche y no tuvimos ningún problema: se puede aparcar en cualquier lugar. ¡Quizás lo más difícil fue encontrar un aparcamiento a la sombra!

Varias son las iglesias que te puedes ir encontrado a lo largo de un paseo pero, a mi parecer, la más bonita es la Pieve di Santa Maria Assunta, resultado de diferentes modificaciones a lo largo de la historia.

Fachada de la Pieve di Santa Maria Assunta

El interior, que fue restaurado y ampliado después del terremoto de 1802, es una pasada. Es de estilo neogótico. En los arcos del cimborrio. en medallones dorados y como si fueran mosaicos, se ven diversos personajes religiosos que te invitan a admirar el cielo estrellado de la cúpula.

Para comer, nos decidimos por el restaurante Antica Rocca que es uno de los establecimientos históricos del burgo. Dentro se está muy fresquito y el ambiente es agradable, con espacio entre las mesas, algo que se agradece para no estar obligado a escuchar lo que dicen los vecinos.

La carta no es muy extensa pero los platos que probamos estaban riquísimos. De primero, cogimos pasta con ragú de conejo y avellanas y, de segundo, unos caracoles enormes a la borgoña (con mantequilla, perejil y almendra molida) y un trocito de carne de faisán. Para beber, agua. Precio final: 52 euros. Lo dicho: bueno y bonito pero no baratísimo.

Con el estómago medio lleno, nos fuimos a ver la joya de la corona: la Rocca Sforzesca que es una fortaleza de finales del siglo XV. Fuera del recinto está la billeteria y allí se puede comprar la entrada por 5 euros. Dos puntos positivos: el billete incluye la entrada a otras dos atracciones turísticas (la Sala di Vita Medioevale y el Museo della Stampa) y los perros pueden entrar en los tres lugares.

La Rocca desde la calle Damiano Chiesa

Una vez cruzado el revellín, se puede acceder a las torres y a las diferentes estancias de la fortaleza. Una de las torres más misteriosas es la torre cilíndrica ya que siempre se ha hablado de la existencia de una habitación del tesoro en su interior. Si no se demuestra lo contrario, puede ser que así sea pero me da que la utilizaban para algo más funcional y menos fantasioso.

La torre cilíndrica desde la capilla

La Rocca Sforzesca también cuenta con un puente levadizo de gran valor puesto que en Italia solo quedan 7 de este tipo. El puente lleva a un pequeño patio que, a su vez, da a otro patio con un pozo y espacio para diferentes eventos culturales.

Puente levadizo

La visita no se hace nada pesada puesto que a lo largo del recorrido hay paneles con la información esencial (¡nada de parrafadas que no se lee ni el tato!). Simplemente aparece una breve explicación del lugar en en que nos encontramos y una descripción de los elementos especiales de la estructura. Asimismo, hay un apartado en el que se pueden leer curiosidades, leyendas e historias de personajes relacionados con la fortaleza. Algunas resultan realmente intersantes y, si el turista quiere profundizar en algo, tiene a disposición un QR que lo lleva a la página web indicada.

Las vistas desde la fortaleza son guays. Merece la pena subirse a las torres para ver desde lo alto el burgo y los campos de heno circundantes. Muy bucólico todo.

Al salir de la fortaleza, caminamos unos 10 minutos hasta llegar a la calle Francesco Galantino donde está la Chiesa di Santa Maria delle Grazie, una iglesia que está fuera de la muralla, en medio de los campos, en una zona algo agreste. Desde fuera no parece gran cosa puesto que la fachada está hecha de simples ladrillos pero en su interior contiene una grata sorpresa: un ciclo de frescos bellísimos de la escuela cremonesa que tapizan las 10 capillas, el altar, la contrafachada y el techo.

Chiesa di Santa Maria delle Grazie por dentro

En particular nos gustó el techo con decoraciones que imitan una pérgola a la que se asoman inocentes angelitos y querubines.

Detalle del techo de la iglesia

Cuando se sale de la iglesia merece la pena tomar la calle Borgo Sotto y bordear la parte sur del burgo ya que el paisaje es muy chulo. Por el camino se vuelven a ver campos de heno y algún que otro molino de agua que, en sus buenos tiempos, utilizaba la fuerza motriz hídrica para producir harina de cereales.

Campos de heno
Molino de agua

Volvimos a entrar en el burgo a través de la Porta San Giuseppe. Los lugareños dicen porta (puerta) porque desde siempre se ha dicho así pero no os esperéis encontrar ninguna puerta majestuosa de entrada con leones esculpidos en piedra y/o el escudo de alguna familia noble. Las antiguas puertas por las que se accedía al burgo, fueron demolidas en época austríaca, en el siglo XIX, y para recordar su presencia lo que se ha hecho es levantar unas columnas blancas en su lugar pero son bastante poco agraciadas por lo que no tiré ni fotos.

Y la cosa va de iglesias. Unos pasos más allá de la Porta San Giuseppe, en la calle IV Novembre, está la Chiesa di San Giacomo, una iglesia del convento de los dominicos. Anteriormente había sido un hospicio para acoger a los peregrinos que querían visitar la tumba de San Giacomo, de ahí el nombre de la iglesia. En su interior, las obras más destacadas son: el grupo escultórico de terracota de la Lamentación sobre Cristo muerto situado en la capilla de la Virgen del Espasmo, algunas telas de Campi, Carminati e Il Sojaro que representan la gloria de los principales santos dominicos y, sin lugar a dudas, el altar mayor que salta a la vista por estar situado a una altura considerable. Parece ser que esto es así porque quisieron hacer una especie de cripta bajo el altar para guardar la reliquia de la Santa Espina.

Otra particularidad de esta iglesia es su campanario heptagonal, único en Italia. Parece una ilusión óptica pero la construcción está realmente inclinada a causa del terremoto de 1802. ¿Por qué los agustinianos decidieron hacer un campanario con siete paredes si era algo muy poco frecuente? Dos son las hipótesis: o querían representar los siete sacramentos o los siete puntos de la regla monástica de San Agustín.

Campanario heptagonal

Justo al lado del campanario, nos topamos con el claustro que formaba parte del exconvento dominico. Se accede a él por la plaza della Pieve y en una de las alas se encuentra la Sala di Vita Medioevale (¡acordaos de que no tenéis que volver a pagar si ya habéis comprado el billete combinado en la Rocca Sforzesca!). No es un lugar espectacular pero es lo suficiente interesante como para entreteneros unos 20 minutos. Las dos salas que hay están llenas de paneles que dan información sobre las ropas, las especias, la medicina, las armas, los juegos, etc. de la Edad Media. Una de las salas está enteramente dedicada al scriptorium.

Colores naturales que durante la Edad Media se usaban para escribir y pintar

Si no os interesa mucho todo lo relacionado con el papel, los pergaminos, la tinta o los tipos de letras, esta sala puede resultar algo aburrida pero os aconsejo que os leáis el panel de curiosidades que hay al fondo. Os cuento una relacionada con el signo de interrogación para que os entre el gusanillo de la curiosidad. ¿Os habéis preguntado alguna vez por qué el signo de interrogación que utilizamos en la actualidad tiene la forma que tiene? Su origen se remonta a la palabra latina quaestio que se abrevió a qo para indicar una pregunta. Con el paso del tiempo, la o se empezó a poner debajo de la q y la o cada vez se hizo más pequeñita hasta convertirse en un punto.

La sala está provista de pupitres así que, si vais con niños, los podéis sentar allí y les van a dar tinta y una pluma de oca para que escriban la inicial de su nombre como hacían los frailes dominicos en el pasado.

Después de esta visita, fuimos al Museo della Stampa, tercera y última atracción turística que se puede visitar con el billete combinado. Este museo, alojado en un edificio del siglo XIV, está situado en el noreste del burgo, en el barrio en el que tiempo atrás vivían los judíos y donde probablemente también se encontraban el cementerio y la sinagoga. Es un lugar especial porque allí la familia judía Da Spira, a finales del siglo XV, imprimió la primera Biblia judía completa con acentos y vocales. En la entrada siempre hay algún jovenzuelo majo que explica con todo lujo de detalles la vida y la profesión de los Da Spira, enseña la técnica de impresión y regala la hoja recién impresa (todo un detalle, oye).

En la planta baja, se puede ver algunas máquinas de imprenta manual que datan de principios del siglo pasado y en enormes cajones están colocados los diferentes caracteres hechos de madera y plomo y las letras del alfabeto hebreo. En la primera planta, se han recopilado los originales o las copias de los libros impresos por los Da Spira y hay algún que otro aparato que llama la atención como el molde para hostias.

Molde para hostias

Muy satisfechos con todo lo visto y aprendido, nos fuimos a tomar un granizado a la heladería Del Borgo. Está en la calle Borgo Sera, a pocos pasos de una de las puertas de acceso al burgo, la Porta San Rocco. Vale la pena pasarse por allí porque es una heladería de producción artesanal, tiene una gran cantidad de sabores de helados, los granizados de almendra y de limón están buenísimos y la propietaria es una mujer muy agradable.

A última hora de la tarde, fuimos al parque La Pedrera que está a unos cinco minutos en coche. Desde Soncino se coge la calle Brescia y el parque queda justo a la izquierda. Por el coche no os preocupéis porque hay espacio de sobra para aparcar.

En el parque se pueden hacer varias actividades. Las más populares son bañarse en el río Oglio, hacer barbacoas, montar en bici, jugar con la pelota o simplemente pasear. Nosotros nos decantamos por esta última opción. Me hubiera gustado bañarme porque hacía un calor insoportable pero es que las aguas del Oglio bajan con una fuerza considerable. Miedito.